viernes, 7 de junio de 2013

episodios: ... de un bipolar en fase eufórica (2)



..., carretera, mucha carretera. En un principio eligió salir por las carreteras que conducían hacia el norte, pero, de repente, más o menos al mediodía (ya había conducido unas seis horas sin rumbo predeterminado), tomó una decisión que en ese momento consideró brillante: Voy a saltar el charco..., me voy a tierras continentales. Y así fue, giró 180 grados y se puso camino del sur de Inglaterra (Portsmouth) para, de allí, cruzar a tierras francesas. El viaje era placentero y el tiempo pasaba rápido, pues en su imaginación tejía por un lado los guiones que dejó sin empezar ni acabar antes de su partida y, por otro, tramaba una serie de fantásticos planes que deseaba desarrollar a su llegada a París. Allí tenía buenos amigos y en su agenda mental ya tenía citas y celebraciones con todos y cada uno de ellos.







Se hizo de moche. Al lado derecho de la carretera una luces de neón anunciaban un club llamado 'Eventual Love' ('Amor eventual). No lo dudó. Entro en el club como quien llega al final de una alfombra roja, sonriente, animado y convencido.... No salió del club en dos días. Las prostitutas hacían turnos para atenderle. Quería sexo pero no lo tuvo, se lo impedía su lucidez mental y sus crecientes dotes comunicativas que le hicieron invertir el total de esos dos días en beber y drogarse con aquellas señoritas ''eventuales' para charlar y charlar y charlar y reír y reír y reír..... Sexo cero!!. Las mujeres lo despidieron como a un hermano que parte al frente, no sólo por las buenas vibraciones que, en su estado de euforia había dejado, sino, sobre todo,  por generosos cargos a los que sometió a su tarjeta de crédito. Durmió durante unas horas en un motel cercano y después retomó el viaje que le llevaba, como primera parada, al puerto de Portsmouth. Cargó su vehículo en el ferry, poco después del mediodía comenzó a cruzar el canal con destino al francés puerto de Caen. Aprovechó el trayecto, de unas cinco horas de duración, para mostrase galante y seductor con dos mujeres que desde el primer momento observó que viajaban solas. Mostrarse seductor no era un propósito o una elección, sino una consecuencia inevitable de su euforia. Además, como buen conocedor del mundillo de la farándula, disponía de un surtido de anécdotas muy apetitoso, y en su estado, las entrelazaba con una brillantez que generaba una poderosa atracción....  LLegó el ferry a puerto y él se encaminó diréctamente a París.

Una vez allí se alojó en un lujosos hotel (el derroche es una de las características más comunes del trastorno), y tomando su habitación como cuartel general, alternó la escritura de nuevos guiones, o mejor, del inicio de nuevos guiones que quedarían en intención, pero que él consideraba los más brillantes de su vida, con las llamadas a su extensa lista de amigos no sólo en París, sino en muchos otros puntos de Europa. Les argumentaba que estaba preparando uno de los proyectos más importante de su vida y logro que, al menos dos de ellos, volaran desde Berlín y Roma para encontrarse con él.

Comió, cenó, bebió, fue de fiesta y visitó, de nuevo, lujosos clubs nocturnos con sus amigos. Todos quedaron convencidísimos de que sus nuevos proyectos estaban realmente iluminados de una genialidad fuera de lo común y adquirieron con él compromisos profesionales que después, como ya esperaréis, acabaron en agua de borrajas. Pero desprendía luz, creatividad, seguridad..., imantaba y atraía sin proponérselo y era fácil caer en la trampa (que involuntariamente el generaba) de dar credibilidad a unas ideas expresadas con tanta locuacidad y tan definitívamente bien estructuradas.



Convocó a sus amigos y a los amigos de sus amigos y los amigos de sus amigos a una gran fiesta (por su puesto corrió el solito con todos los elevados gastos) en la que apareció vestido con un llamativo conjunto formado por una chaqueta rosa chicle, unos pantalones negros con brillo, y zapatos y camisa blanca..., de remate una corbata verde pistacho. En mitad de la borrachera, tomó el micrófono para anunciar que en dos días pasaría en su hotel un casting para buscar a la protagonista femenina (quería un rostro desconocido según dijo) de su próxima película, a la que puso improvisadamente el título de 'El gran proyecto de Phil' ....., casi nada..., las féminas corrieron a su encuentro buscando más información sobre la convocatoria y logro, sin proponérselo, pasar la noche rodeado de las más llamativas bellezas de aquella fiesta en la que gozó de su temporal egocentrismo como nunca lo había hecho antes.

[continúa con la tercera y última parte de este episodio 'eufórico']





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