martes, 4 de junio de 2013

episodios: de un bipolar en fase eufórica ... (1)

Tal y como ya se ha relatado en anteriores artículos, la palabra 'euforia' en el caso del trastorno bipolar, tiene matices que la distancian mucho de lo que convencionalmente conocemos como euforia. No es la euforia que todos sentimos cuando Iniesta marcó en la final del mundial 2010. No es la euforia del estudiante que cuando mira las listas encuentra el aprobado con el que termina la carrera. No es la euforia, tras dos copas, que se desata en la pista de baila en la boda de tu mejor amigo ..... No es la euforia del banquero que pasa por caja a cobrar su indemnización.....

Intento dar una definición del estado de euforia o manía (que manía le tengo a esta palabra) visto desde mi vivencia: 


Euforia: estado de inestabilidad y excitación en el que el paciente es capaz de trazar, vender y ejecutar planes diversos en paralelo para regocijo de su propio ego y autoestima, a través de una claridad de ideas y locuacidad extraordinarias. Es una situación que se retroalimenta ya que cuanto más avanzan los inestables proyectos de la fase eufórica, más eufórico se vuelve el paciente, y así sucesivamente. Ni que decir tiene que al paciente, en este estado, dormir casi le sobra (o incluso molesta) y que, por supuesto, se mostrará muy irritable con el que ose poner en entredicho sus planes, visiones y opiniones. Puede darse el caso de que el paciente incluso oiga voces (inexistentes) que  generalmente opinan sobre él, su actitud y sus planes.

Dicho queda, pero ahora lo mejor sería relatar un episodio eufórico real, uno que haya sucedido en la vida real y que, más o menos, maneje los ingredientes de los que acabamos de hablar. Allá va.

Se trata de un afamado cineasta inglés. No sabe en absoluto que padece el trastorno bipolar. Lleva varias semanas trabajando sobre un guión y es consciente de que en los últimos días está avanzando sobre el mismo de una manera 'sobrenatural'..., le está resultando extraordinariamente sencillo tejer los puntos finales de la historia. Pero, en un
momento dado, son demasiados los posibles finales que llegan a su cabeza, los escribe todos y los baraja..., todos le parecen igualmente sorprendentes originales y maravillosos ...., no sabe con cuál quedarse, pero, ya en paralelo, está pensando en nuevos guiones que surgen a raíz de los finales que está barajando. ya no está en un guión, ya empieza a estar en varios guiones a la vez y además con la sensación de que la mano de 'Dios' le ha tocado y de que está en una de las fases más productivas que recuerda haber tenido jamás. Hace bocetos sobre esos futuros guiones y los presenta en la productora con tal brillantez que le urgen a encerrarse a darles forma cuanto antes. Esos sí..., obsérvese que el guion del que partíamos, del proyecto inicial, sigue inacabado ...... La euforia ha comenzado.....

En la semanas siguientes el estado de euforia crece paulatina y lentamente. Escribe a borbotones y logra escenas brillantes, pero no logra poner hilo conductor a sus escenas. Es consciente de que no logra 'culminar' todo lo que produce su brillante cabeza, y eso, aunque su autoestima se encuentra en una cúspide por el gran ritmo al que logra crear y plasmar ideas, le resulta en parte agobiante.

Es lunes. Son las 6 de la mañana. No ha dormido en toda la noche afanado en buscar, mejor, en elegir, un final para su guión. Baja al garaje de su casa londinense y arranca el coche. No lleva equipaje..., tampoco destino, pero va a pasar muchas, muchas horas de carretera....


[continúa con la segunda parte del relato del este episodio eufórico]





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