viernes, 31 de mayo de 2013

conceptos: y..., cómo es un bipolar??

Quizás anticipar algunos apuntes sobre lo que NO es un bipolar, me resulte más fácil para dar más tarde una configuración certera sobre nuestras características esenciales.

NO somos personas peligrosas que maquinan cómo hacer daño a los demás. Se llegó a decir que la defensa de José Bretón (el cruel personaje que mató a sus dos hijos en Córdoba y los quemó después a sangre gélida en una hoguera) argumentaría que éste había 'adquirido' el trastorno bipolar durante unas maniobras con el ejército. Me indignó. El trastorno bipolar no se 'adquiere', se nace con él, y el que lo padece (al menos a día de hoy, y he leído mucho), está lejos de frías tramas para agredir, asesinar y quemar a sus prójimos (aunque es cierto que en ciertas fases de la enfermedad somos muy irritables). NO perseguimos a nadie por las calles NI espiamos tras los visillos las vidas de los demás. NO vemos dragones azules al final de los pasillos NI repartimos salvación eterna con aíre apocalíptico por los senderos del Parque del Retiro o de la Gran vía madrileña. NO conspiramos contra enemigos ocultos militantes de un servicio secreto inexistente, NI conspiramos contra los que nos rodean con la idea de entramarles en un laberinto (usaré de nuevo esta palabra más adelante) de daños inesperados. NO somos, de ésto estamos lejos, lejísimos, obsesos sexuales NI por supuestos candidatos a pederastas.

Habrá que decir, entonces, qué somos, qué SÍ somos .... Cuando hablo con gente inexperta en este trastorno y les pregunto ¿qué crees que es un bipolar?, en el 99,9% de los casos, la respuesta es: 'una persona que ahora está de buen humor y al rato está enfadado'. Es verdad que algo hay de ésto, pero bajo ese prisma estoy seguro de que muchos de los que leáis esto, podríais catalogar de bipolares a varios de los jefes de los que habéis dependido ... ;-). Yo sí. ¿Cambiar de humor con frecuencia y de forma cíclica implica un trastorno bipolar?...., la respuesta es NO, aunque los cambios de humor, o mejor y más específicamente, el vaivén emocional (que lógicamente conlleva cambios de humor), es parte importante del trastorno.

En mi opinión, basada en la experiencia de 23 años como paciente diagnosticado, la esencia del trastorno afectivo bipolar radica en que, cuando la enfermedad se manifiesta (existen períodos, incluso largos o muy largos en que al bipolar ni se le nota el trastorno - períodos llamados eutímicos -) existen conflictos y diferencias patentes entre lo que las emociones generan y piden al paciente, y lo que su razón y su conciencia le dictan. No hablo de que la razón debiera imponerse a las emociones y no lo hace o de que la razón es demasiado restrictiva con éstas y lo debería ser menos...., no..., sólo hablo de huecos, de diferencias, de distanciamientos (inicialmente pequeños) entre el mundo emocional y el mundo racional, distanciamientos que en personas que no sufran el trastorno pueden resolverse (o bueno, tal vez no) de forma más o menos sencilla (o al menos no traumática), pero que en el fuero interno del bipolar son ya una muralla interpuesta entre dos mundos internos que empiezan a comunicarse mal e incluso a darse la espalda.

¿Por qué se produce la separación de los mundos emocional y cognitivo?. Bien, la semilla del trastorno es de origen químico (es decir, paradojicamente, de origen físico y no mental), al producirse un desequilibrio electroquímico en los neurotransmisores cerebrales. En otras palabras, salta la chispa y las neuronas no se comunican de forma adecuada...., así arranca todo .... ¿Por qué salta la chispa?. Pues seré muy llano: 1. porque le toca, 2. porque se ha producido algún episodio comúnmente traumatico en la vida del paciente. 3. (muy común, diría que la razón de la que más casos conozco), porque el paciente se desmarca de su trastorno y consume sustancias tóxicas como alcohol y/o drogas (aunque sea en dosis muy pequeñas) provocando con ello el desequilibrio químico del que hemos hablado. Sea como fuere, la chispa ya ha saltado, los neurotrasmisores fallan, la comunicación entre las neuronas que habitan nuestro cerebro es inadecuada y confusa, y, como consecuencia, el paciente comienza a sentirse dividido entre unas emociones, seguramente a estas alturas ya falsas y/o exageradas, que le dictan un tipo de actuación, y una razón, seguramente a estas alturas ya dañada por la incapacidad de comunicación interneuronal eficiente, que le tiene en una realidad de la que duda ...., se ha producido el abismo emocional/racional o afectivo/racional.

El bipolar está ya preparado para comportarse como bipolar, lo que significa que está listo para vivir una fase eufórica (uno de los polos, el del supuesto buen humor), o una depresiva (el polo del supuesto mal humor). Puede incluso, y es muy común, que pase por ambas etapas, pues la no salida de una de ellas de forma terapéuticamente adecuada, suele conducir a la otra. Es decir, por ejemplo, una fase de euforia que no se trate adecuadamente, suele acabar con frecuencia en un episodio de depresión profunda. Ese es el 'vaivén' del bipolar.....

[continuará con los comportamientos del bipolar en las mencionadas fases]

sábado, 18 de mayo de 2013

episodios: ... y resulta que soy bipolar

1990.., empezaba el mes de septiembre. Era domingo, domingo día 2. Septiembre....., yo era joven, muy joven, apenas acababa de cumplir los 26 años. Sólo dos meses antes había conseguido mi título de Ingeniero en Informática (en aquel entonces Licenciado en Informática) tras seis arduos años de estudios que fueron precedidos por otros dos años más en la Escuela de Ingenieros Aeronáuticos de la Universidad Politécnica de Madrid. Además de estudiar tuve la suerte de trabajar en empresas multinacionales desde el segunda año de carrera..., todo iba bien, o mejor, no iba bien..., todo iba sobre ruedas, era una persona a la que la vida había regalado excelentes oportunidades que, hasta entonces, había sabido aprovechar y disfrutar ....

Era domingo, 2 de septiembre. Fui de los muchos que hicimos la mili tras apurar todas las prórrogas que nos fueron necesarias para concluir nuestros estudios universitarios antes de cumplir con el entonces servicio militar obligatorio que, más o menos, venía durando un año. Supongo que debían ser sobre las seis de la tarde. Ese fin de semana me tocó entrante de guardia el cuartel de Capitanía General en Madrid. La semana no había sido buena, no me encontraba bien, no sabía por qué, pero me sentía inquieto y algo angustiado.

Tras un receso en la cantina me eché el fusil (el ya antiquísimo cetme) al hombro y salí para proseguir con la ronda tras los muros del cuartel. Le dije a mi compañero que no tuviera prisa por dejar la cantina, que yo cubriría la rutinaria ronda sólo y que pasaría a recogerle en cuestión de minutos.Aún hoy en día no me explico por qué, pero cuando me acercaba al muro sur del cuartel, cargué el cetme, me coloqué en posición de disparo a pié y vacié el cargador de seis cartuchos apuntando contra dos pequeños y, por supuesto, lejanos cúmulos nubosos que se me antojaron un blanco atractivo para una aburrida guardia de una aburrida tarde de verano.

Recuerdo que después me tumbé, como invadido de paz, en el suelo, como si no hubiera hecho nada, como si nada pasara.... o mejor, como si hubiera hecho algo que, no sabía por qué, pero que debía hacer..., como un héroe de película tras defender el fortín.

Sé que se produjo un revuelo enorme y es la última imagen que recuerdo del cuartel. Después sé que desperté de un profundísimo sueño atado a la cama de una de esas habitaciones 'blindadas' del pabellón psiquiátrico del hospital Gómez Ulla de Madrid. Fuí allí y entonces dónde me diagnosticaron como maníaco-depresivo...., traducido al día de hoy, como paciente del más popularmente (quizás demasiado) conocido hoy en día como Trastorno Afectivo Bipolar (TAB) ...............

[continúa....]